Literatura que se propaga
CONTRATAPA:
El camino de las hormigas de Deborah Hadges
En un cruce de calles de un barrio, durmiendo junto a la ladera de una montaña o entre los remolinos y las piedras de un río, Deborah Hadges escribe con la mirada puesta, a la vez, en el cielo y en el suelo. El camino de las hormigas no es sólo el de dar un paso después de otro, como en el dicho popular, si no el que pone en entredicho el arriba y el abajo: para una hormiga la altura no es riesgo de muerte, el peso de su cuerpo no la fulmina. La pregunta por el lugar que ocupa un cuerpo en un espacio motoriza cada uno de los poemas de este libro, y un espacio es la sumatoria de las capas que lo integran, como los sedimentos a la corteza terrestre o las distintas densidades de vapor a las nubes. Suelo y cielo, entonces. Sin lejanas abstracciones, uno y otro se manifiestan en los acontecimientos del día, allí donde el mundo se revela en tareas especificas: respirar, cortar las frutillas en dos, nadar en el río, descansar sobre el hombro de alguien.
Es un conocimiento que no se dice con las unidades de medida que conocemos (una hora, un metro) porque la distancia es diferente según de qué te aleje. La certeza sensible —el rio a la derecha, en frente la puesta del sol— traza una cartografía que dice más y mejor que el mapa de la ruta y los nombres de los carteles. Los poemas captan el movimiento más que el reflejo, un mar más que un lago.
Entre la reflexión y la precisión de la imagen, entre la filosofía y el detalle cotidiano, sin olvidar que muchas veces un poco de humor resuelve los enigmas más oscuros, este libro propone que el movimiento es la única forma de aprendizaje, el movimiento entre las cosas y las preguntas que, al mirarlas, lanzan.
Victoria Cóccaro
Ilustración de portada: @andres.acunha
Foto de biografía: @johishots
ISBN: 978-631-00-4009-7
Pág: 80
CONTRATAPA:
El camino de las hormigas de Deborah Hadges
En un cruce de calles de un barrio, durmiendo junto a la ladera de una montaña o entre los remolinos y las piedras de un río, Deborah Hadges escribe con la mirada puesta, a la vez, en el cielo y en el suelo. El camino de las hormigas no es sólo el de dar un paso después de otro, como en el dicho popular, si no el que pone en entredicho el arriba y el abajo: para una hormiga la altura no es riesgo de muerte, el peso de su cuerpo no la fulmina. La pregunta por el lugar que ocupa un cuerpo en un espacio motoriza cada uno de los poemas de este libro, y un espacio es la sumatoria de las capas que lo integran, como los sedimentos a la corteza terrestre o las distintas densidades de vapor a las nubes. Suelo y cielo, entonces. Sin lejanas abstracciones, uno y otro se manifiestan en los acontecimientos del día, allí donde el mundo se revela en tareas especificas: respirar, cortar las frutillas en dos, nadar en el río, descansar sobre el hombro de alguien.
Es un conocimiento que no se dice con las unidades de medida que conocemos (una hora, un metro) porque la distancia es diferente según de qué te aleje. La certeza sensible —el rio a la derecha, en frente la puesta del sol— traza una cartografía que dice más y mejor que el mapa de la ruta y los nombres de los carteles. Los poemas captan el movimiento más que el reflejo, un mar más que un lago.
Entre la reflexión y la precisión de la imagen, entre la filosofía y el detalle cotidiano, sin olvidar que muchas veces un poco de humor resuelve los enigmas más oscuros, este libro propone que el movimiento es la única forma de aprendizaje, el movimiento entre las cosas y las preguntas que, al mirarlas, lanzan.
Victoria Cóccaro
Ilustración de portada: @andres.acunha
Foto de biografía: @johishots
ISBN: 978-631-00-4009-7
Pág: 80